La crisis política de Bolivia se agudiza mientras estallan protestas en medio de dificultades económicas y divisiones.

La crisis política de Bolivia se agudiza mientras estallan protestas en medio de dificultades económicas y divisiones.

Bolivia enfrenta protestas generalizadas en medio de una lucha de poder dentro del partido gobernante MAS, lo que ha llevado a dificultades económicas y escasez de combustible.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Política

Durante más de dos meses, Bolivia ha estado sumida en protestas generalizadas, alimentadas por una creciente fractura política dentro del partido oficialista Movimiento al Socialismo (MAS). El descontento, marcado por violentos enfrentamientos entre los partidarios del presidente Luis Arce y aquellos leales al expresidente Evo Morales, ha dejado al país en un estado de parálisis. Las manifestaciones no solo han obstruido el flujo de bienes, sino que también han provocado graves escaseces de combustible, obligando a muchos bolivianos a soportar largas colas por gasolina. Las protestas en Bolivia son parte de una ola más amplia de descontento que recorre la región andina, con países vecinos como Ecuador, Perú y Colombia también lidiando con inestabilidad política. La situación refleja una creciente insatisfacción entre la población, exacerbada por dificultades económicas que muchos atribuyen a la continua agitación política. En el corazón del descontento se encuentra una amarga lucha por el poder dentro del MAS, un partido que ha dominado la escena política de Bolivia durante las últimas dos décadas. El presidente Arce, una vez protegido de Morales, se encuentra en desacuerdo con su mentor, quien ha regresado a la arena política tras un exilio controvertido después de una elección disputada en 2019. A medida que ambos líderes compiten por la nominación presidencial del partido de cara a las elecciones del próximo año, el público se muestra cada vez más cansado de sus luchas internas. Las tensiones políticas se han intensificado aún más por un reciente fallo del tribunal supremo de Bolivia, que prohibió a Morales buscar un cuarto mandato. Mientras que los analistas están divididos sobre las implicaciones legales de esta decisión, muchos coinciden en que la credibilidad del poder judicial se ve comprometida por su implicación en asuntos políticos, lo que genera un escepticismo generalizado en torno a sus fallos. Veronica Rocha, analista política, resumió el sentimiento: “La gente se ha dado cuenta de que el gobierno está gobernando a través de este tribunal”. A medida que estallaron protestas en todo el país, las voces de disidencia resonaron en La Paz, donde los ciudadanos expresaron su frustración por el hambre y la desesperación económica. En un marcado contraste, el presidente Arce participó en celebraciones que conmemoraban la decisión del tribunal en contra de Morales, lo que avivó aún más las tensiones. El expresidente, que anteriormente sacó a muchos de la pobreza durante su administración, ahora enfrenta una disminución en su popularidad y serios desafíos legales, incluyendo alegaciones de violación de menores. Morales ha negado enérgicamente los cargos, afirmando que son políticamente motivados y instando a sus seguidores a protestar. Los bloqueos han tenido un efecto dominó en la vida cotidiana en Bolivia, con camioneros como Josué Espinoza encontrándose varados durante semanas, dependiendo de los residentes locales para obtener alimentos y apoyo. A medida que las reservas de combustible y alimentos se agotan, la frustración aumenta, exacerbada por el aumento de precios y la falta de acceso a bienes esenciales. En medio de este contexto de descontento, la administración de Arce lidia con los restos de un auge económico que ha flaqueado. Una vez elogiado por su papel en guiar la economía durante la presidencia de Morales, Arce ahora enfrenta críticas crecientes a medida que la situación financiera del país se deteriora. Para muchos, la continua lucha política convierte cualquier esperanza de recuperación económica en una perspectiva lejana. A medida que las protestas continúan, el gobierno ha tratado de culpar a las convocatorias de movilización de Morales por el descontento, enmarcándolo como un producto de su ambición por recuperar el poder. Sin embargo, Morales y sus aliados argumentan que la decisión del tribunal que le prohíbe participar en las elecciones es una afrenta a la democracia, cuestionando la integridad del proceso electoral. De cara a las elecciones presidenciales de 2025, el panorama político parece cada vez más fragmentado. Si bien la reelección de Arce sigue siendo un escenario probable, la ausencia de Morales en la boleta señala un posible cambio en el sentimiento del votante. Los analistas políticos predicen una fragmentación del apoyo entre varios candidatos, lo que conducirá a un entorno electoral impredecible y altamente polarizado. A medida que Bolivia navega por este capítulo tumultuoso, la convergencia de rivalidades políticas, dificultades económicas y descontento social plantea preguntas críticas sobre el futuro de la gobernanza en el país. Con los ciudadanos exigiendo rendición de cuentas y un cambio significativo, la élite política debe confrontar la realidad de que sus batallas internas pueden no eclipsar más las necesidades urgentes de la población.

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